Por un compromiso empresario con la paz
Inflación, Rusia y tasas de interés, fueron las palabras más escuchadas en la vuelta a la celebración presencial del tradicional Foro Económico Mundial en Davos (Suiza) celebrado a fines del mes de mayo.
A pesar de contar con un lugar protagónico en la programación del Foro, la agenda climática y el Covid-19, volvieron a quedar en un segundo plano frente al…
Inflación, Rusia y tasas de interés, fueron las palabras más escuchadas en la vuelta a la celebración presencial del tradicional Foro Económico Mundial en Davos (Suiza) celebrado a fines del mes de mayo.
A pesar de contar con un lugar protagónico en la programación del Foro, la agenda climática y el Covid-19, volvieron a quedar en un segundo plano frente al regreso de la inflación a nivel global, la suba de los precios del petróleo y los commodities alimenticios, la caída de las criptomonedas y la vuelta de la volatilidad a los mercados financieros. Todo ello, en gran parte, debido a la invasión rusa a Ucrania, iniciada a fines de febrero, que volvió a sacudir una economía que no terminaba de recuperarse luego de los dos años más severos de pandemia.
El detalle que mejor grafica el signo de época de este encuentro fue, precisamente, que la figura que más atrajo la atención de los concurrentes al Foro, fue la del Presidente de Ucrania, Volodímir Zelensky, que aprovechó su videoconferencia para volver a pedir a las grandes marcas que se retiren de Rusia.
Ocurre que, ante un rol desdibujado de las Naciones Unidas por impedir la guerra y la imposibilidad de una acción directa contra Rusia por parte de la OTAN, el camino elegido por Estados Unidos y varias naciones de Europa fue brindar apoyo logístico y financiero a Ucrania, promover una serie de sanciones económicas y ejercer una fuerte presión sobre las empresas occidentales que operan en Rusia.
De esta forma, importantes compañías de origen norteamericano o europeo, como la principal cadena de comidas rápidas, la mayor cadena de cafeterías y una de las cerveceras más importantes del mundo, abandonaron sus negocios en Rusia.
Pero ni las hamburguesas, ni el café, ni la cerveza son los responsables ni los causantes de las muertes y destrucción en Ucrania. Como tampoco lo son los usuarios y consumidores rusos de esas marcas. Por eso algunas compañías decidieron seguir operando en Rusia, pese a las presiones, y exhibir su compromiso por la paz, de otras maneras, por ejemplo, donando parte de sus ingresos a fondos de reparación para las víctimas.
Otra de las medidas implementadas, bajo la presión de Estados Unidos, Reino Unido y la Unión Europea, fue la desconexión de los principales bancos rusos del sistema SWIFT (Sociedad para las Comunicaciones Interbancarias y Financieras Mundiales), para intentar aislar un poco más al gobierno de Vladímir Putin y forzarlo a detener el ataque.
Por un lado el gobierno norteamericano realiza importantes inversiones en infraestructura y políticas públicas de seguridad vial para prevenir accidentes de tránsito y salvar vidas, por el otro permite una enorme cantidad de víctimas fatales por armas de fuego
¿No hubiera sido más coherente en el camino de la paz, por ejemplo, si antes se hubiera propuesto desconectar del sistema SWIFT a las instituciones que financian la fabricación y la compra- venta de armas?
Por caso, en el año 2012, por ejemplo, un reconocido banco internacional, con sede en Londres, reconoció que su filial estadounidense había lavado, al menos, U$S 1000 millones de los cárteles mexicanos del narcotráfico y de grupos terroristas de medio oriente, entre los años 2006 y 2010.
Ese banco continúa operando sin ningún inconveniente, y solo fue sancionado con una multa que no superó cinco semanas de ganancias de su operación. Ningún ejecutivo fue condenado, ni siquiera acusado.
El doble discurso, y la hipocresía ante la guerra producto de la invasión de Rusia a Ucrania quedó de manifiesto hasta llegar al absurdo de que los bancos estadounidenses sugirieron que la Unión Europea podría clasificar el sector de defensa como una inversión ética y responsable, siempre que se usen para la defensa de Ucrania. Mientras que las empresas de energía que se compruebe que siguen comprándole gas y petróleo a Rusia serían consideradas poco éticas bajo el mismo marco.
Similar razonamiento tuvo el ex presidente de los Estados Unidos Donald Trump, frente a la matanza cometida en la Primaria de Uvalde (Texas) el pasado 24 de mayo, que dejó un saldo de 19 estudiantes y dos maestros asesinados. Ante la asamblea de la Asociación Nacional del Rifle, celebrada también en Texas solo tres días después de la matanza, propuso armar a los maestros.
A la inseguridad generada por las armas, se la pretende solucionar con más armas. El país ya cuenta con un escandaloso récord de 120 armas por cada 100 estadounidenses y lidera la estadística de muertes por armas de fuego, con 12 muertes por cada 100.000 habitantes.
Desde 2020, por ejemplo, las armas de fuego son la principal causa de muerte en menores de edad en los Estados Unidos.
Y, por supuesto, de acuerdo a un estudio elaborado por la Universidad de Sydney, existe un vínculo directo entre las muertes por armas y la posesión de armas: los lugares con más armas tienen más muertes por armas.
Ese país encabeza además otro triste ranking en materia de muertes vinculadas al uso de armas de fuego. Es el único país de América donde las muertes por armas de fuego superan a las víctimas por accidentes de tránsito y son la principal causa de muerte por trauma en Estados Unidos.
Es decir, mientras por un lado el gobierno norteamericano realiza importantes inversiones en infraestructura y políticas públicas de seguridad vial para prevenir accidentes de tránsito y salvar vidas, por el otro permite una enorme cantidad de víctimas fatales por armas de fuego, bajo la premisa de defender una enmienda constitucional que les permite defenderse del ejército de un Rey inglés fallecido hace más de 200 años, cuando ni siquiera existían armas automáticas con la capacidad letal que tienen las que se venden libremente hoy en día, por ejemplo, en supermercados.
En el mismo estado de Texas, en 2021 el Gobernador promulgó una ley que le permite a casi todos los residentes mayores de 21 años portar armas sin licencia o capacitación alguna.
Las armas que matan a civiles y militares en Ucrania son las mismas armas que se usan para masacrar chicos en las Escuelas de Estados Unidos o en la selva colombiana, o en las guerras civiles de África o en oriente medio, y son las mismas que también utilizaron los cárteles del narcotráfico que dejaron un saldo de 350.000 personas asesinadas y casi 100.000 desaparecidas en México en los últimos veinte años.
El Objetivo de Desarrollo Sostenible 16 de Naciones Unidas, convoca a gobiernos, organismos internacionales, empresas y organizaciones de la sociedad civil a promover sociedades justas pacíficas e inclusivas. Todas esas instituciones siguen en deuda con las metas de dicho ODS.
Desde que fue aprobado en la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible de la ONU, el número de personas desplazadas por la fuerza en el mundo, que huyen de las guerras, las persecuciones y los conflictos, se incrementó año a año, pasando de unos 65 millones en 2015 a más de 100 millones en la actualidad.
Sin dudas ha llegado el momento de que las empresas se involucren seriamente ante este enorme desafío para nuestra sociedad, y realicen un aporte sustancial para la paz.
Necesitamos urgentemente, el mundo y el futuro de la humanidad lo necesita, que el ODS 16 esté cada vez más presente en los planes de desarrollo sostenible de las corporaciones.
Artículo publicado en la edición de junio de la Revista Desafío Exportar.