Y Nike lo hizo de nuevo…

A pesar de ser la primera empresa mundial fabricante de calzado deportivo, Nike, que está a punto de cumplir 60 años de vida, no tiene ninguna máquina, ni fábrica, ni equipamiento. Su modelo de negocios se basa en una amplia red de fábricas tercerizadas, mayoritariamente del sudeste asiático, que son quienes producen sus centenares de diseños de calzado, ropa y complementos.

Nike vende conceptos, que son confeccionados actualmente en unas 567 fábricas en 42 países, que concentran a poco más de 1 millón de trabajadores. La mayoría de estas plantas están ubicadas en Asia, incluyendo Indonesia, China, Vietnam, Taiwán, India, Tailandia, Pakistán, Filipinas, Malasia, y la República de Corea.

Este modelo de negocios, adoptado por una gran variedad de multinacionales en los últimos cuarenta años, y potenciado por la globalización y la acelerada industrialización de China y otros países del sudeste asiático, tiene ventajas y debilidades.

Las ventajas están básicamente enfocadas en los menores costos de mano de obra, producto de modelos industriales tayloristas tardíos, y en la flexibilidad que ofrecen para las líneas de producción, la disponibilidad de enormes batallones de obreros para la producción en esas plantas tercerizadas.

Y las debilidades son, precisamente, la contracara de esos beneficios: Nike estuvo involucrada en numerosas denuncias, escándalos, litigios, boicots y condenas públicas por explotacion laboral y otras prácticas ilegales referidas a las condiciones de trabajo en sus fábricas y la mano de obra en la cadena de suministro, en los últimos treinta años.

Salarios bajos, condiciones laborales deficientes, jornadas de trabajo agobiantes, falta de seguridad y salud ocupacional, abusos verbales y físicos hacia los trabajadores, trabajo infantil y discriminación de género en las fábricas, son algunos de los motivos que llevaron a Nike a ser tapa de los medios de prensa más destacados del mundo.

En 1995, Nike venía de concluir una década histórica para sus negocios. La compañía facturaba en ese entonces, cinco veces más que diez años atrás, y el beneficio neto era cuarenta veces más grande que en 1985.

Un año después, un artículo en la revista Life denunció a la compañía por emplear a niños, en algunos casos menores de seis años, para confeccionar pelotas de fútbol en Pakistán.

En 1997 el diario The New York Times revelaba que las mujeres que producían en Vietnam estaban siendo expuestas a un producto químico tóxico (el tolueno) en una proporción 117 veces superior a lo aceptable según la Organización Mundial de la Salud.

Por ese año también, la Fundación Made in USA denunció que Nike empleaba a niños de once años para producir sus zapatillas Air Jordan en sus talleres de Indonesia. Manifestando que la compañía y el propio basquetbolista Michael Jordan, estaban al tanto de estos hechos desde hacía unos cinco años atrás.

Desde entonces, Nike ha implementado varios programas de auditoría y cumplimiento para abordar las denuncias relacionadas con la mano de obra en su cadena de suministro. Ha rescindido contratos con algunos fabricantes, y promovido diversas alianzas para enfrentar las causas de estas denuncias. Por ejemplo, integra desde 1999 la Alianza de Trabajo Justo (Fair Labor Association, FLA) que trabaja para mejorar las condiciones laborales en la industria del vestido y el calzado.

Pero, hace pocos días, Nike ha vuelto a las tapas de los medios de prensa en el mundo, al salir a la luz que una agencia gubernamental canadiense la está investigando, junto a la minera Dynasty Gold, por sus vínculos con empresas que se benefician de trabajadores forzosos uigures en China.

Según los informes difundidos en el marco de la investigación, Nike “mantiene relaciones de suministro con empresas chinas reconocidas por utilizar o beneficiarse del trabajo forzado de mano de obra uigur” a pesar de que la empresa afirmó que no tiene vínculos con esas compañías. Los denunciantes expresaron que “nada indica que Nike Canadá tomara medidas concretas para asegurar, fuera de toda duda razonable, que el trabajo forzado no era parte de su cadena de suministro”.

Según las últimas estimaciones de la organización sin fines de lucro Walk Free, alrededor de 50 millones de personas vivían en situación de esclavitud moderna en el mundo en 2021, lo que representa un aumento de 10 millones con respecto a 2016.

Varias Organizaciones No Gubernamentales han denunciado la explotación a miembros de la minoría uigur en la región de Xinjiang, en el noroeste de China, en campos, talleres y fábricas que proveen materias primas o productos terminados. Además de Nike, otras marcas como Adidas, Lacoste, Gap, Puma y H&M, también fueron acusadas de sacar provecho de este “trabajo forzado”.

De esta manera, la evidencia parece estar mostrando que Nike, a esta altura ya una marca emblemática de la irresponsabilidad social empresaria, lo ha hecho de nuevo..

Por Julián D’Angelo, exclusivo para esta página web.