COP 28: Una nueva oportunidad para redoblar esfuerzos y compromisos para enfrentar la crisis climática.

Del 30 de noviembre al 12 de diciembre de 2023, la ciudad de Dubái, se convertirá en el epicentro mundial del diálogo acerca del cambio climático, al celebrarse allí la Cumbre del Clima de Naciones Unidas, COP 28.

Aquí se realizará la primera evaluación global, respecto a los avances de cada país, en base a los objetivos y compromisos adoptados en el Acuerdo del Clima de París firmado en 2015 en la COP 21.

Es sabido que ninguno de los países firmantes está reduciendo sus emisiones de gases de efecto invernadero al ritmo comprometido en París, pero se espera que esta revisión los obligue a acelerar sus acciones.

Después de esta COP, los países tendrán hasta 2025 para presentar nuevos planes nacionales de lucha contra el cambio climático, lo que definirá realmente si el mundo va en la dirección correcta.

De esta manera, la COP28 será una instancia crucial para la evaluación del progreso y la búsqueda de acelerar la acción climática.

La visión de los anfitriones se articula en torno a cuatro ejes de acción:

  • Acelerar la transición energética y reducir las emisiones a 2030: triplicar la capacidad renovable en 2030, duplicar el ratio de eficiencia energética, aumentar la electrificación y reducir las emisiones de metano y el uso de combustibles fósiles a 2030.
  • En materia de financiación climática: sentar las bases para un nuevo acuerdo global para cubrir las necesidades de los países en desarrollo.
  • Poner en marcha el Fondo para Pérdidas y Daños, aprobado en la pasada COP27, celebrada en Egipto, y avanzar en la adopción de un marco para el Objetivo Global de Adaptación.
  • Ser la COP más inclusiva de la historia, con una altísima participación de jóvenes, así como delegaciones paritarias y con representación de comunidades indígenas.

Siendo el séptimo productor de petróleo del mundo, y con una de las mayores huellas ecológicas del planeta, Emiratos Árabes Unidos asume como anfitrión un especial desafío. Hace tiempo comenzó un gran vuelco por las energías renovables. Fue el primer país de la región en ratificar el Acuerdo de París, el primero en comprometerse a una reducción de las emisiones en toda la economía y el primero en anunciar una iniciativa estratégica Net Zero para 2050.

En las tres décadas desde el lanzamiento de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), sus Cumbres reunieron cada año a los países miembros para determinar sus compromisos, responsabilidades y acciones. Finalmente, en diciembre de 2015, la COP21 concluyó con el citado Acuerdo de París, donde se resolvió actuar para limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales para 2100, y actuar para adaptarse a los efectos ya existentes del cambio climático.

Así como en aquella oportunidad, el Papa Francisco presentó el 24 de mayo de 2015, previamente a la celebración en diciembre de la COP en Paris, su famosa Encíclica Papal Laudato Si’, nuevamente este año publicó una exhortación apostólica, el pasado 4 de octubre, en ocasión de la fiesta de San Francisco de Asís, denominada “Laudate Deum”, como un aporte para la COP 28 de Dubái.

Allí plantea que, al momento de presentar Laudato Si’, el mundo había alcanzado un máximo de concentración de dióxido de carbono en la atmósfera de 400 partes por millón, pero que en junio de este año, esa cifra ya se había elevado a unas 423 partes por millón, y más del 42% del total de las emisiones netas a partir de 1850, se habían producido después del año 1990.

El Papa reflexiona que “si confiamos en la capacidad del ser humano de trascender sus pequeños intereses y de pensar en grande, no podemos dejar de soñar que esta COP 28 dé lugar a una marcada aceleración de la transición energética, con compromisos efectivos y susceptibles de un monitoreo permanente”.

Y hace un especial llamado a terminar “de una vez con las burlas irresponsables que presentan este tema como algo solo ambiental, “verde”, romántico, frecuentemente ridiculizado por los intereses económicos. Aceptemos finalmente que es un problema humano y social en un variado arco de sentidos”

Al referirse a la crisis climática global, Francisco señala que “por más que pretendan negar, esconder, disimular o relativizar, los signos del cambio climático están ahí, cada vez más patentes. Nadie puede ignorar que en los últimos años hemos sido testigos de fenómenos extremos, períodos frecuentes de calor inusual, sequía y otros quejidos de la tierra que son sólo algunas expresiones palpables de una enfermedad silenciosa que nos afecta a todos”

Efectivamente el cambio climático es real y está ocurriendo a un ritmo alarmante. Este año se han vuelto a ver sus devastadores efectos en el planeta. El verano del hemisferio norte fue el más caluroso jamás registrado. Al menos 5.000 personas murieron en Libia a causa de la tormenta mediterránea Daniel en septiembre, inundaciones arrasaron el norte de China, incendios forestales arrasaron Canadá, el sur de Europa y la isla hawaiana de Maui causando la muerte de al menos 115 personas.

Estos fenómenos no solo amenazan la biodiversidad y los ecosistemas, sino que también impactan directamente en la vida de las personas, especialmente en las comunidades más vulnerables. El costo humano de estos desastres se puede ver en un número cada vez mayor de víctimas fatales y de poblaciones desplazadas.

Desde 2008, un promedio de 25 millones de personas al año ha tenido que migrar por fenómenos meteorológicos extremos, producto de la crisis climática. Particularmente, un reciente informe de UNICEF señaló que, entre 2016 y 2021, se produjo el desplazamiento de más de 43 millones de niños y niñas, siendo Filipinas, la India y China los países más afectados.

Para 2050, se estima que unas 1200 millones de personas podrían sufrir el desarraigo por motivos del cambio climático, según señaló el Institute for Economics and Peace.

En una reciente carta abierta publicada por la coalición We Mean Business, integrada por un grupo de gigantes corporativos con un valor conjunto cercano al billón de dólares en ingresos anuales, se realiza un llamado urgente a los líderes mundiales para eliminar los combustibles fósiles antes de 2040. Allí se reitera la recomendación de la Agencia Internacional de Energía (AIE) para que todas las naciones industrializadas alcancen sistemas de energía 100% descarbonizados para 2035 y que todas las naciones hagan esta transición para 2040.

Según datos de la AIE, se invirtieron U$S 150 mil millones en energía limpia en economías en desarrollo en 2022, pero esa cifra debería alcanzar el billón de dólares para 2030 si queremos lograr una economía global con emisiones netas cero para mediados de siglo.

Por todo esto, la COP 28 representa una nueva oportunidad para transformar las palabras en acciones concretas. Porque es necesario ver un compromiso real, financiamiento adecuado y medidas audaces por parte de los países. El tiempo para actuar es ahora, y esta cumbre brinda la plataforma perfecta para encaminarnos hacia un futuro sostenible para todos.

Artículo de Julián D’Angelo publicado en la Revista Desafío Exportar. Año 19. Número 220, páginas 50-51