Las pruebas ácidas de la responsabilidad social en el siglo XXI.

En sus orígenes, la idea de la sustentabilidad estuvo asociada exclusivamente a la cuestión ambiental.

Con algunos antecedentes en el uso de este término, fue hace exactamente 35 años que se definió taxativamente, en el conocido “Informe Brundtland”.

Este documento ya advertía, en aquel entonces, sobre la necesidad de cambiar el modo de vida y de producción y comercio de la humanidad, con el objetivo de evitar niveles de sufrimiento humano y degradación ambiental.

Desde entonces, la idea de la sustentabilidad fue asociándose indisolublemente cada vez más a la ya existente de Responsabilidad Social.

Posteriormente, en 2015, este término asume una nueva dimensión a nivel global, a partir de la aprobación por parte de las Naciones Unidas de la Agenda de Desarrollo Sostenible 2030. Esta agenda debe ser necesariamente abordada mediante alianzas de articulación público-privada.

Así, sus metas solo serán alcanzables mediante el compromiso, tanto del sector público, como las empresas y las organizaciones de la sociedad civil, en su abordaje.

Por ello resulta indispensable fortalecer la responsabilidad social y ambiental de las empresas, no solo en la senda de esta Agenda, sino también en el sentido de robustecer sus capacidades de respuesta ante las demandas sociales, ambientales o económicas de nuestro mundo.

En este sentido, pueden mencionarse, al menos, cuatro pruebas ácidas de la responsabilidad social a las que las empresas debieron responder en lo que va del Siglo XXI.

Estas “pruebas ácidas” son acontecimientos que pusieron a prueba la solidez del propósito de las empresas frente a complejos desafíos socioeconómicos o ambientales del entorno.

Estas fueron: la crisis financiera de las hipotecas subprime, la crisis climática, la pandemia y la invasión de Rusia a Ucrania.

La crisis de las hipotecas subprime, signada por la especulación, los escándalos y fraudes corporativos de todo tipo, potenció los planes de integridad y las áreas de compliance de las empresas.

Mientras esta prueba tuvo el foco en la gobernanza y la ética corporativa, la segunda, la crisis climática, tuvo su eje en lo ambiental, impulsando a que las empresas implementen su agenda sustentable con un sentido de urgencia completamente diferente.

La tercera prueba ácida, fue la pandemia, motivada por una contingencia sanitaria, pero que rápidamente derivó en una crisis económica y social. Esta prueba representó para las empresas un fuerte desafío para su supervivencia y su propósito corporativo, y una seria interpelación a su estrategia, sus planes de negocio, la cultura empresaria predominante y sus acciones de responsabilidad social.

Y finalmente, la cuarta prueba ácida, la invasión rusa a Ucrania, interpela también a las empresas respecto a la necesidad de involucrarse seriamente y realizar un aporte fundamental para la construcción de sociedades pacíficas.

Ética corporativa, acción climática, pandemias, conflictos armados, fueron el eje de las pruebas ácidas del primer cuarto de siglo. ¿Cuáles serán las próximas pruebas ácidas para superar por parte de la responsabilidad social de las empresas?

 

Publicado en al Guía de los XIII Premios Iberoamericanos Corresponsables (España, noviembre 2022)